En el año de 1984 Dios me llevó a la Congregación Brisas del Castillo del Rey. Fue un impacto para mi vida ver el hermoso mover de Dios en la congregación, había un fluir de Dios muy especial, un fuego en los corazones y hambre de conocer a Dios. Desde la primera vez que asistí me bendijo grandemente la vida de mi Pastor Alfredo Ferrara. No sabía yo lo que Dios iba a hacer en los años por venir, pero desde que lo conocí me impacto su deseo de adorar a Dios, siempre tuvo una entrega muy especial mientras adoraba y cuando lo escuche predicar la Palabra de Dios me bendijo mucho la pasión con la cual lo hacía (no he conocido a muchos hombres así).

Fue tan genuina la presencia de Dios en la congregación y lo que Dios estaba haciendo a través del Pastor Alfredo que mi corazón quedo unido a él para servir a Dios, desde ese momento hasta ese día que el Señor le llamó.

Podría mencionar tantas cosas que ocurrieron a través de los años que fueron de tremenda bendición, 36 años de caminar juntos sirviendo al Señor. Pasamos por todo tipo de situaciones, pero Dios siempre nos ayudó a superar todo y considero un privilegio el haber servido a su lado durante todos estos años. Fue un padre para mí, aprendí de él muchas cosas, y aunque me gustaría compartir tantas vivencias y experiencias que fueron de gran bendición, quiero enfocarme en hablar acerca de él.

Aunque se pueden mencionar muchas cosas de su persona por todos los que fuimos bendecidos por causa suya, me gustaría destacar algunas de las cuales fueron más importantes para mí.

Quiero reconocer su pasión para servir al Señor. Fue un hombre valiente sirviendo a Dios, muchas veces lo vi esforzándose por encima de sus fuerzas para bendecir a otros. La verdad era muy difícil verlo quieto, siempre estaba buscando hacer algo más para Dios. Su dedicación a la obra del Señor fue ejemplar, siempre con un corazón ferviente. Siempre dispuesto para bendecir a los que necesitaban. Fui testigo de como Dios fue levantando su vida de lo poco a lo mucho, definitivamente por su fidelidad al Señor. Su ministerio se fue extendiendo más y más, y alcanzando y multiplicándose no solo en congregaciones, sino en pastores. Fue un Pastor muy amado por todos nosotros.

Fue un hombre muy atrevido en cuanto a creerle a Dios. Muchas veces nos retó con su fe de creer que Dios iba a obrar en situaciones bastante complejas y efectivamente veíamos la mano de Dios. Definitivamente su fe era inspiradora y retadora. Fe para ver milagros de Dios en sanidad y provisión y en muchas áreas más. Puedo testificar que por medio de su confianza en el Señor se pudieron lograr tantas cosas y se pudo extender el ministerio que Dios le dio a muchos lugares, aún en las naciones.

También fue un hombre de mucha compasión, muchas veces fui testigo de como trataba de ayudar a los que estaban a su alrededor y sacar a los que estaban en dificultad adelante. Creo que había un don de misericordia sobre su vida. También quiero destacar que era un hombre muy dador y generoso. Siempre que tenía la oportunidad de sembrar en otros lo hacía. No escatimaba en bendecir a otros.

Como esposo y padre, lo vi siempre esforzándose por cultivar su matrimonio y fue un ejemplo de entrega para su esposa. Un padre esforzado para lograr que sus hijos pudieran servir a Dios, lo cual el Señor le dio la bendición de poder ver. Muchas veces me compartió su gozo de ver lo que Dios estaba haciendo en su familia.

Para mí en lo personal fue un privilegio caminar a su lado todos estos años. Él fue mi maestro en muchas áreas, y como mencione anteriormente fue un padre para mí. Toda una vida sirviendo al Señor juntos. Habría tantas cosas más que mencionar, pero una cosa es verdad, su vida fue un ejemplo de un verdadero siervo de Dios. Aunque le extrañamos, no gozamos porque ya ha recibido su galardón delante del Señor. Siempre le recordaremos con gratitud y aprecio por todo lo bueno que sembró en nuestra vida.

“Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”.