Alfredo recibió el llamado apostólico en 1998 luego de haber levantado congregaciones e instalado pastores en cada una de ellas.
Durante 21 años dirigió el apostolado, entregando el cuidado de más de 150 congregaciones de Castillo del Rey AR en 2019 a tres pastores Sergio Chapa, Francisco Garza y Ruben Hernandez.
Después de esto, continuó predicando, apoyando y sirviendo a la iglesia hasta su partida con el Señor.
Uno de los momentos clave de su vida fue el día en que entregó su vida a Cristo.
A pesar de que no solía asistir a la iglesia los domingos, sino que practicaba deportes esos días, uno de los dos domingos que tenía libre en el año para ir a la congregación, Dios lo tocó.
El pastor Roger Wolcott estaba predicando una palabra sobre el amor del Padre que marcó su vida, allí conoció a Jesús como su Señor y salvador personal.
Este amor por el Señor lo llevó a entregar el resto de su vida para servirlo a él y al pueblo que Dios puso en su camino.
Fue un instrumento en las manos de Dios como pastor y apóstol, de la misma manera, fue un padre espiritual para muchos, un hombre de gran bendición para quienes lo conocieron. También fue un gran ejemplo para su familia como hijo, hermano, esposo, padre, abuelo y suegro.
Dios le dio sabiduría, conocimiento y revelación de su palabra, discernimiento de espíritus y dones que uso para guiar a la iglesia y al pueblo de Dios, así como a pastores y líderes.
La batuta se ha dado a los hijos espirituales y a los de su propia sangre que, como él, buscan servir con amor y pasión a Cristo, con la misma carga y responsabilidad al Señor para cumplir su propósito.
Lea lo que el devoto seguidor de Dios pudo compartir en el viaje de fe de su vida.
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